En 1985 se inicia la fabricación del Porsche 959 Turbo, aunque la presentación de su primer prototipo se remonta a 1983, en Frankfurt.
Cuenta con una carrocería autoportante con un coeficiente aerodinámico de sólo 0,31, quedando por debajo, entre otros, del Lamborghini Countach y de numerosos Ferrari, como el F40, F50, Testarossa o incluso el Dodge Viper.
El panel de instrumentos es similar al de su hermano, el 911, y cuenta con equipamiento como la regulación de altura, ajuste automático de los amortiguadores, asientos ajustables eléctricamente, ABS o diferencial autoblocante. Además dispone de un selector de modos de conducción, que ajusta el vehículo a las situaciones de lluvia, nieve…
Respecto a su motorización, que se encuentra en la parte trasera, se trata de un motor bóxer de 6 cilindros, de 2.848 cm3. La culata, con 4 válvulas por cilindro, se encuentra refrigerada por agua, mientras que los cilindros se refrigeran por aire. Cuenta con dos turbocompresores con intercooler, aunque a bajas revoluciones solo funciona uno de ellos. Rinde 450 cv y dota así al vehículo de una velocidad máxima de 315 km/h y una aceleración 0 – 100 km/h en 3,9 segundos.
En cuanto a la caja de cambios, monta una caja de 6 relaciones, con un embrague de láminas de acero de doble disco, que funciona a la perfección. La tracción es integral, a las cuatro ruedas, y cada rueda dispone de dos amortiguadores (uno de ellos ajustable).
Todas estas características no solo convertían en su momento al Porsche 959 Turbo como el automóvil más rápido del mundo, sino que también en el más caro, con un precio de 420.000 marcos (algo menos de 215.000 €)
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